top of page

PALABRAS MÁS

enganar.webp

¿Malas interpretaciones?

La traducción debe tender a impresionar

al público a que va dirigida como impresiona

el original al público que lo ha leído

Edgar Allan Poe

 

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

 

El tema de la comunicación social desde la Presidencia cambió en el año 2000, quizá desde las campañas en que los candidatos, por primera vez, sostuvieron debates, se presentaron en programas de revista y hasta le entraron a dinámicas con los famosos conductores de la época. Eso se quiso trasladar a la Presidencia de Vicente Fox, quien dio apertura a los medios y comunicadores.

 

Como se dice, no es lo mismo ser borracho que cantinero, y ya en el ejercicio del poder, al guanajuatense le comenzó a molestar la crítica de los periodistas; se enemistó con algunos, y Martha Sahagún tiraba línea, se molestaba y hasta se hablaba a los medios para pedir que quitaran a uno u otro reportero. Luego se convirtió en la esposa de Fox y deformaron así “la pareja presidencial”. Vicente era dicharachero, pero no comunicaba como debía, así que le pusieron a un vocero para que explicara “lo que el presidente quiso decir”. La mitad del sexenio se fue en aclaraciones.

 

Ya con Felipe Calderón quisieron regresar a los viejos tiempos, con una comunicación más rígida y de manera directa con los ejecutivos de los medios; luego se radicalizó más por aquello de la guerra contra el narco y los duros cuestionamientos de la oposición, entre ellos López Obrador y los suyos, que lo estigmatizaron como “espurio” o “pelele”, porque —según ellos— llegó a la Presidencia mediante un fraude que nunca acreditaron. Pero las prácticas comunicativas intentaban ser las del viejo régimen. A pesar de todo, las críticas por la violencia eran implacables; ahí están las hemerotecas para revisar.

 

Con Enrique Peña Nieto la cosa no cambió tanto: se buscó pactar con los medios a la par de lo que llamaron el Plan México. Intentaron impulsar las Reformas Estructurales del Estado con campañas millonarias, pero la corrupción era inocultable. De nuevo se hicieron esfuerzos periodísticos que desnudaron “La Estafa Maestra”, “La Casa Blanca”, los lujos y el despilfarro de sus funcionarios. Los que tenían el poder pedían y apretaban a los dueños de los medios para que sacaran a uno u otro periodista de sus espacios; y si no me cree, ahí está la salida de Carmen Aristegui.

 

Ya sabemos que los del poder rezan lo mismo: en este gobierno no hay ni habrá censura. Pero siempre operan de una u otra manera para mover las aguas; no les gusta, quizá de manera natural, que critiquen sus decisiones, no les gusta que los increpen. Antes y ahora ha existido aquello de que “sacaron de contexto mis declaraciones”, “no fue lo que dije”, pero son políticos y el respetable no es tonto: saben cómo se las han gastado, aunque digan que estos son los diferentes.

 

Con el Pejelagarto se retomaron aquellas mañaneras para que el mandatario tuviera contacto directo con los periodistas, con la gente y con analistas. Inclusive, a nivel mundial llamaba la atención ese ejercicio. Pronto perdió credibilidad y se convirtió en un circo: frases hechas, rutinas aprendidas y desgastadas, pero lo peor era que desde ahí se mostraba violento, vulneraba derechos y estigmatizaba todo escudado en un falso derecho de réplica —que debería tener—, pero este aventaba toda la caballería.

 

A diferencia de los sexenios anteriores, están las benditas redes, que dejaron de serlo porque ya son gobierno y les molesta la crítica, pero sobre todo porque las evidencias están en la palma de la mano de la ciudadanía. Aunque también está la salida en la misma tecnología, y ahora todo es culpa de la Inteligencia Artificial.

 

La presidenta Sheinbaum ha regresado a usar su espacio como una tribuna de disculpa, un lugar para reinterpretar lo que dicen sus funcionarios y afirmar que todo es culpa de la derecha y sus medios. Sobre el bloqueo que se realizó en 20 estados, lo quisieron minimizar, pero no hay manera. Y luego Rosa Icela, que se fue de bruces con aquello de que hay carpetas de investigación sobre los líderes transportistas; su jefa tuvo que recular. “Quizás se malinterpretó, pero Rosa Icela nunca planteó ese tema”. ¿Quién se salió del guion? Mejor ahí la dejamos.

 

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.

Hasta la próxima.

ARTURO SUÁREZ

Todos los miércoles por la 1530 de AM en punto de las 20:00 horas, conduce el programa La Otra Frecuencia, periodismo con consciencia.

Twitter: @arturosuarez
Correo: suartu@gmail.com

Arturo Suárez.gif
bottom of page