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Cobertura

QUINTO ENCUENTRO INTERNACIONAL DE CLOWN

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Zapatos grandes, ropa ancha, rostros enharinados, narices enrojecidas, autenticidad escénica y los de espíritu libre, que provocan sonrisas para dar aliento a los internos quebrantados. En pocas palabras: el clown, expresión que más allá de producir carcajadas, encierra en su mensaje una reflexión. Los payasos… actores sin poses, dramaturgos de la genialidad, maestros del momento y la improvisación.

Aquí, en esta caótica urbe con nubes grises, intransitable en sus horas pico y bulliciosa en cada esquina, que guardó silencio para escuchar la vida debajo de los escombros el pasado 19 de septiembre, de a poco regresa para algunos la llamada “normalidad”, otros saquean los recursos aportados por el pueblo y los supuestos favorecidos, duermen en albergues o en un pedazo de calle que han convertido en su hogar.

 

En un ejercicio para abrazar la vida, el arte toma un significado más profundo, como medio para reconstruir lo intangible, eso que motiva y da fuerza. Así, el Encuentro Internacional de Clown, celebró su quinta edición en el Centro Cultural Helénico del 3 al 12 de noviembre pasado, donde Moshe Cohen de Estados Unidos, Lily Curcio y Daniel Salvi de Brasil, el Davai Group de Israel, el Theatre Biscornu de Quebec y la Compañía Finzi Pasca de Suiza; así como grandes figuras del clown nacional, como lo son Nohemi Espinosa,  Andrés Aguilar, Perico “El payaso loco” y Fernando Córdova, realizaron diversos espectáculos y una varieté.

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